miércoles, 8 de julio de 2009

EL PERDON

Debido a varios incidentes en estos días de mi vida, la inspiración se fué de vacaciones y estoy tratando de regresarla. Pero lo que definitivamente sí ha pasado, es la reflexión tan profunda por la que he pasado.
Y me pregunto ¿acaso es tan difícil el perdonar? Y tal parece que es el mayor reto al que nos enfrentamos como seres humanos. Desgraciadamente nos sentimos infalibles, el que nosotros nunca nos equivocamos, pero empezando por ahí erramos, nadie puede ser como nosotros, pensar como nosotros, sentir como nosotros.
Cada quien, en su muy particular forma de ser actúa, cada uno es como tiene que ser y punto. Por lo que no hay manera de medir la conducta de los demás desde nuestra muy pequeña manera de ver las cosas.
Olvidamos que todos merecen nuestro respeto, para de esa manera merecerlo de regreso. Y al perdernos en esto, juzgamos y apuntamos con el dedo todo aquello que los demás hacen mal. Y si ese mal tiene que ver con nosotros, la cosa se pone un poco peor todavía.
No queremos pensar siquiera en el concepto del perdón, simplemente nos sentimos heridos, y posiblemente traicionados y decidimos negar que la otra persona es, al igual que nosotros, un ser humano con cualidades, defectos, limitaciones y fortalezas, que actuó como mejor pudo según su muy particular forma de ver las cosas.
Y es ahí donde empieza todo un proceso, que poco a poco va degradando la opinión que podíamos tener del otro, que va borrando las cosas buenas y bonitas para convertirlas en actos de traición. Todas las cualidades que le veíamos, decidimos ignorarlas y pensar que fué el que nosotros quisimos verlas pero en realidad eran inexistentes.
Así poco a poco, o algunas veces de manera más rápida, ese ser humano al que queríamos, lo convertimos en un monstruo que destruye nuestra propia existencia.
Pero lo peor, es que nosotros lo creamos, la otra persona sigue siendo la misma, somos nosotros los que hemos cambiado nuestra percepción y ahora la juzgamos desde nuestro dolor, nuestro desencanto.
Es por eso que el perdón debe entrar ahí, porque es el prisma que vuelve a hacer que todos esos rayos de miles de colores, vuelvan a ser uno solo, blanco y radiante. La persona que recibe nuestro perdón recupera su dignidad ante nuestros ojos. Pero a nosotros, nos libra del rencor, del odio, de la tristeza, del coraje.
De esa manera es un ganar-ganar. Por un lado el perdón rescata al otro, le da una nueva oportunidad y del otro lado perdonar es un acto de amor hacia nosotros mismos, porque nos quitamos de la carga del resentimiento y nos sentimos en paz.
Los invito a dar una vuelta a sus resentimientos y abrirle la puerta al perdón, sé que no es una tarea fácil. Porque siempre nos preguntamos, pero si el herido soy yo, y al final nos daremos cuenta, que toda herida el tiempo se encargará de sanarla. Más dar a nuestra vida un poco de paz y amor, nos hará sentirnos felices mucho más rápido.
Dejemos odios y resentimientos que únicamente nos amargan la existencia y decidamos dar y recibir perdón.

Bueno basta de lecciones. Espero con ansia el fin de semana, ya tengo volteados a todos los santos. Quiero verlo otra vez y ahora sí en persona compartir sueños y más sueños. Ay! el amor.

1 comentario:

  1. HOLA ENCANTO,

    QUE BUENA IDEA DE ESTE BLOG YA QUE SIEMPRE TE TENDREMOS A LA MANO A CUALQUIER HORA Y PODREMOS SABER DE TI. GRACIAS POR COMPARTIR TU VIDA CON TODOS, QUE NO CUALQUIERA SE ATREVE.

    FELICIDADES Y QUE TENGAS MUCHO EXITO COMO SIEMPRE.

    TUS AMIGUITOS

    GABY Y FRICO

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